
La Bella y la Bestia fue, quizá, el musical más difícil de llevar a escena por parte de TEATROSA que, por otro lado, ese curso, incrementó de manera considerable su número de participantes. Viejos conocidos y rostros nuevos se dieron cita en el viejo escenario del salón de actos del colegio de Atocha. A partir de ahí... una historia mágica, repleta de efectos especiales y tan difícil de representar que, en muchas ocasiones, nos obligó a plantearnos si no era mejor abandonar el sueño por algo mucho más mundano y facilón.
La bella y la Bestia, sin embargo, siguió su camino con los clásicos altibajos que todo grupo de teatro amateur sufre, para ser estrenada, en el mes de Junio de 2007, con un enorme éxito, sin precedentes, de público, que nos obligó a realizar, por primera vez en nuestra historia, entradas numeradas para el público asistente, con el fin de ahorrarnos posibles disgustos ante la tremenda afluencia de gente que quería disfrutar con nuestro trabajo.

En este montaje se conjugaron nuevos elementos escénicos como un elaboradísimo castillo realizado en madera, de considerable peso y tamaño, que se ocultaba tras un telón sobre el que se proyectaban paisajes animados y otros efectos de lluvia o fuego. Bombas de humo, explosiones de confetti, artilugios móviles y continuos cambios de escenario y atrezzo, se mezclaban con el que, sin duda, ha sido el mayor trabajo hasta la fecha en cuanto a vestuario se refiere, creando un TODO vistoso y espectacular que sumergía al público asistente en el interior de una auténtica película de dibujos animados.
La historia, conocida por todos, presentaba las sorpresas del directo y la magia del teatro, aderezando la simpática y tierna historia del príncipe maldito, convertido en bestia, que se enamora de la joven bella, la única capaz de romper el hechizo con su amor. Al final, una bonita lección: la belleza se encuentra en el interior. Los números que quedarán en el recuerdo de nuestro público son muchos, destacando el sensacional "baile de las tazas", de la escena de Gastón, o el espectacular y colorido "Qué festín", sin olvidar, la maravilla de "Si no puedo amarla" (con una torre que salía y entraba en escena, rodeada de un cielo plagado de estrellas) o la batalla final en las almenas del castillo, en mitad de una terrible tormenta... Escenas muy bien conseguidas pese a nuestro miedo inicial, y es que, La bella y la bestia es un montaje que requiere de cierta espectacularidad y cierta magia transmitida al público, para ser contada con toda su esencia mayúscula.

ANÉCDOTAS Y CURIOSIDADES DE "LA BELLA Y LA BESTIA"
- Todas las temporadas, el mundo nos pone a prueba para ver si estamos preparados. Este año lo pasamos verdaderamente mal, porque en uno de los últimos ensayos antes del estreno, la mesa de madera que nos había acompañado durante casi nueve meses (y que encima, no era nuestra), se partió por la mitad al subirse en ella uno de los miembros del grupo para descolgar unos telones. Eran las nueve menos cuarto de la noche, sólo contábamos con 15 minutos antes de que cerraran la portería del centro, y no teníamos manera de reparar la mesa. Se vivieron grandes momentos de tensión, pero trabajando en equipo, conseguimos desatornillar las dos mitades rotas, esconderlas, encontrar otro tablero del mismo tamaño, lavarlo, desinfectarlo, taladrarlo, clavarlo en las patas de metal de la otra y barrer todo lo que habíamos ensuciado. Fue un milagro (muchos vimos la mano de María Auxiliadora en él), porque al día siguiente, cuando volvimos al teatro a las diez de la mañana, los dueños de la mesa ya habían hecho uso importante de ella sin notar la diferencia. Y hasta hoy.
- “La Bella y la Bestia” fue el primer musical en el que se dividió el reparto de personajes en dos elencos. Esto dificultaba en cierto modo los ensayos, pero resultó ser fenomenal para que casi todo el mundo obtuviera un papel principal y muy efectivo a la hora de sustituir a aquellos actores que tuvieron que abandonarnos a mediados de año.

- Este año fue el primero en que contamos con un escenario semiprofesional, con planos acotados y todo, diseñado por Carlos Ranera (hermano de Gonzalo, uno de nuestros Lumieres). Antes de la aparición de Carlos, la idea era pintar unos tablones a modo de decorado y engancharlos a unas ruedas para que pudieran combinarse unos con otros.
- El castillo constaba de tres módulos de madera (uno mediano, uno grande y otro enorme), cuatro escaleras también de madera, dos barandillas y un andamio con almenas de porexpán, todo ello, fabricado por Carlos Ranera, Javi, Juan y su equipo de ayudantes, con madera, clavos y una cantidad abrumadora de tornillos de tamaño descomunal. La decoración se hizo a base de más madera, pintura azul ancla, pintura dorada, cartón, unos saladísimos angelitos dorados de plástico, muchos (muchos) litros de silicona y muchas (muchas) más horas de trabajo.
- La primera vez que Esmeralda vio una de las escaleras a medio fabricar, soltó un inocente: “Anda, si tiene peldaños, y todo”, con lo que fue objeto de burlas durante una semana.

- Debido a la increíble cantidad de material de construcción y herramientas que se repartían por doquier, y a los atuendos que llevábamos la mayoría de nosotros cuando trabajábamos en la fabricación del escenario, el teatro parecía algunos días un verdadero taller. Aprendimos lo que era una sierra de calar, o una pistola de silicona, que más parecía el último modelo de jeringas creado por la fábrica ACME de los Looney Tunes.
- La barandilla del castillo se sujetaba con dos tornillos enormes al resto de la estructura del escenario. En una de las representaciones, alguien olvidó colocar el segundo tornillo, y el pobre Javi Misto (la Bestia) estuvo a punto de desencajarla y pegarse un golpe tremendo cuando intentó trepar por ella en la escena de la biblioteca.

- A pesar de que podemos decir que con nuestros anteriores trabajos atrajimos a un número elevadísimo de público al teatro (siempre por encima de nuestras expectativas), nunca obtuvimos unos llenos tan apabullantes como los registrados en las cinco representaciones de “La Bella y la Bestia”, donde tuvimos que recurrir a un sistema de reserva de entradas para asegurarnos de poder rechazar a aquellos espectadores que hubieran tenido que permanecer de pie durante la función.
- A cada lado del escenario hay tres paneles giratorios que van desde la tablas del suelo hasta los hierros del techo. Como este año el decorado era tan grande, teníamos que desenganchar todos los días cuatro de ellos para poder introducirlo, y como el teatro tenía que quedar exactamente igual que lo habíamos encontrado, al final de cada representación teníamos que volver a engancharlos (en el proceso tenían que intervenir más de 10 personas por lo mucho que pesaban).
- El último día, el de la limpieza y recogida del teatro, lo topes que iban en la parte de abajo de los paneles, no aparecían por ningún sitio. A última hora y casi de noche, desesperados ya por si alguien los había tirado por equivocación a la basura en alguna de las muchas bolsas que habíamos desechado aquel día, todos nos repartimos por los contenedores del barrio para buscarlos entre nuestros desperdicios. Lo más curioso fue que se encontraron los cuatro juntitos, colocados de forma paralela encima de una bolsa cerrada y tapados con un cartón. ¿Otro milagro de María Auxiliadora? Un misterio nunca explicado por completo.

- En una de las representaciones, el telón blanco sobre el que se proyectaban los decorados (y que tenía que permanecer recogido arriba en aquellos momentos) cayó de forma espectacular en pleno desarrollo de la escena principal de la obra (“Bella y Bestia son”) ocultando por completo el castillo y a la pobre Elva (Sra. Potts) que estaba cantando encima. Todos los miembros de la compañía, que andábamos repartidos por el foso, el altillo, las bambalinas, el escenario y el patio de butacas, nos quedamos absolutamente pasmados y sin saber qué hacer, viendo a nuestra tetera desaparecer tras metros de tela blanca, pero Cristina Albendea (encargada del telón por aquel entonces) reaccionó rápido y salvó la situación.
- Albertito (Chip), el hermano de Rocío, permanecía toda la obra (salvo el descanso de 15 minutos) metido dentro del carro de la compra que hacía las veces de mesita de té con ruedas. A pesar de ser el más pequeño, trabajó con una profesionalidad alucinante y no se quejó nunca, y eso que un día vino a actuar malito y todo.
- En la canción de “Es Hogar”, al sacar la cama para Bella, alguien dio un golpe a la mesilla que había en escena con el candelabro y las velas, y éste cayó al suelo. Desde bastidores, los actores le pedíamos a Laura (Bella) que lo colocara como pudiera, y ella lo hizo en escena, en plena canción y con tanta naturalidad que daban ganas de poner un anuncio debajo que dijera "Redecora tu casa: pon una Bella en tu vida". Ni Blancanieves silbando, vamos.

- Isabel, que además de actuar en la obra era la encargada del atrezzo, sufría verdaderos ataques de histeria entre bastidores debido al agudo trastorno del orden que padecíamos el resto de actores.
- Como el suelo de nuestro escenario no es recto, sino que está ligeramente inclinado hacia el lado del público, el carrito en el que iba metido Albertito (Chip) inició en varias ocasiones peligrosos descensos que, milagrosamente, nunca terminaron en desgracia, o bien porque las manos de algún actor siempre estaban preparadas para agarrarlo, o porque Dios quiso que a alguien se le ocurriera plantar un altavoz justo al final del proscenio y éste salvó en una ocasión al niño de una (casi) inevitable caída al patio de butacas.
- Silvia (Babette, el plumero) se fabricó un traje a base de plumas que quedó muy vistoso, pero que tenía el inconveniente de que iba soltando pelusa y plumón por todo el teatro, así que al acabar las representaciones, el foso más parecía una pollería que un vestuario.
- Como Bella tenía que cambiar su vestido azul por uno rosa en cuestión de minutos, en un par de ocasiones la pobre Laura tuvo que salir a escena con las mangas del vestido sin poner, lo que le suponía pasar una vergüenza impresionante. En un intento de ayudarla, Javi Misto (la Bestia) se puso delante de ella como si fuera su guardaespaldas para que pudiera adecentarse un poco libre de las miradas del público. Pero a pesar de todo, Laura nunca dejó de salir a escena a tiempo, haciendo así gala de su profesionalidad.

- Siguiendo con lo anterior, Esme Suárez (Bella) también apareció un día con la cremallera desabrochada, cosa que la obligaba a estar permanentemente de cara al público, y mientras la Bestia (David) le enseñaba la biblioteca todo emocionado, ella seguía con su sonrisa de “sí, sí, muy bonita, pero no me puedo dar la vuelta”.
- Al final de “Si no puedo amarla”, la Bestia lanzaba al público la rosa con la que había actuado. El día de la clausura, David se propuso tirársela a su madre, y se pasó todo el día calculando las distancias convencidísimo (aunque todos le mirábamos un poco escépticos, todo hay que decirlo). Cuando llegó el susodicho momento, David lanzó la rosa a la primera fila mientras todos permanecíamos expectantes… y acertó, para nuestra monumental sorpresa.
- Los movimientos de las escaleras y módulos que formaba en escenario estaban estudiadísimos y los realizábamos los propios miembros del grupo, metiéndonos debajo de ellos y empujando.
- En un ensayo de la escena en que la Bestia y Gastón luchan (cuando ni siquiera teníamos el castillo montado), Blas (Gastón) lanzaba un derechazo ensayado a David (la Bestia) y se suponía que no debía darle. Sin embargo, aquel día Blas no calculó las distancias, con tan mala suerte que raspó a David en el ojo derecho (la gorra que llevaba puesta incluso salió volando por los aires), el cual empezó a llorarle tanto (a pesar de que David no dejaba de reír) que tuvimos que parar el ensayo durante 20 minutos hasta que pudo abrirlo de nuevo.
- Entre unas escenas y otras había cambios de vestuario tan rápidos que algunos actores hacían verdaderos ejercicios de fregolismo. La mayoría de las veces se ponían unos trajes encima de otros para poder ir quitándose capas por el camino sin tener que detenerse en el foso-vestuario. Esto daba lugar a situaciones cómicas, como ver en escena a un aldeano con medias de rejilla en lugar de calcetines, o presenciar la transformación de una batidora en servilleta mientras bajaba corriendo por las escaleras... La magia del teatro, señores.
- La pobre Alicia (alternante de Lefou) se puso tan mala el día de la clausura que se vio obligada a marcharse a casa, con lo cual no pudo representar.

- El día de su estreno como Lefou (3ª representación), Barrios se mareó antes de salir a actuar, y Alicia se tuvo que vestir corriendo de Lefou por si le tocaba reemplazarle. Afortunadamente, Barrios se recuperó a tiempo y pudo hacer su papel sin problemas.
- Antes de la escena de la pelea entre la Bestia y Gastón, todo el escenario tenía que quedar modificado para simular las partes más altas del castillo. Para ello, los elementos pintados de azul o dorado tenían que desaparecer de la vista tras el telón blanco y ser apartados del camino para que los actores no sufrieran daños debido a la falta de iluminación. Sin embargo, en una de las representaciones, alguien olvidó quitar del medio la escalera mediana, con tan mala fortuna que Blas (Gastón), al saltar hacia atrás desde arriba simulando una caída al vacío, fue a dar con la espalda en plena escalera, para consternación de todos los que lo vimos desde debajo de los módulos que estábamos moviendo. A pesar de lo aparatoso del golpe y el susto, salió ileso.
- En la escena de “Yo” tocaban unos músicos muy cómicos. El día de la clausura, Ana salió con ellos sin que le correspondiera, con unas gafas de Bartolo y dos tazas de la taberna para intentar hacer música con ellas, por lo que estaba todavía más graciosa. Ni que decir tiene que fue el día en que más se fijó la gente en la orquesta de la escena.
- El pozo del pueblo de Bella y Gastón se fabricó con una mesa alta y la luna de “Cats” (que ya había sido la rueda del carro de “Los Miserables”) y quedó bastante realista, pero como lo pintamos a última hora, un poco más y a Gastón tenemos que ir a despegarlo con una espátula cuando se subió encima para que pudiera volver a bajar.
- Para acceder desde el escenario al balconcillo que hacía las veces de Ala Oeste, había que atravesar el hombro izquierdo del escenario, subir tres tramos de escaleras y cruzar una sala del altillo. Lumiere subía allí en una de las escenas a hablar con la Bestia, pero como el camino era tan largo, casi siempre llegaba tarde y con su frase algo empezada.

- En relación con lo anterior, en una de las representaciones, Alberto (Lumiere) llegó inexplicablemente pronto y se encontró con que no había Bestia allí, así que decidió salvar la escena hablando con la vista clavada en el suelo, simulando que la Bestia estaba agachada. Casi terminando la escena Javi Misto (la Bestia), que había llegado sólo unos segundo detrás de Alberto y había permanecido toda la escena a su espalda sin que el otro se percatase de ello, le dio unos golpecitos en el hombro para hacerse notar y el pobre Alberto sólo pudo exclamarle “Mon dieu!” a la cara.
- Debido a la coordinación que requería el baile que realizábamos con las tazas en la taberna de Gastón, su preparación nos llevó ¡cinco meses de ensayos! Sin duda, mereció la pena, porque fue uno de los más alabados del musical.
- Para la escena anterior llegaron a comprarse más de 60 tazas entre ensayos y representaciones, cada una en una ferretería distinta, prácticamente. Sin embargo, no sabemos si es que las hacían todas en la misma fábrica, porque siempre se rompían por el mismo sitio: el asa. Por eso, el cuerpo de muchas de las tazas voló por el escenario en más de una ocasión poniendo en peligro las cabezas de los bailarines.
- El atuendo del cocinero consistía en una caja negra que hacía las veces de fogón, y el de Dindón (Lara) en otra caja pintada para que simulase un reloj enorme. Para salir y entrar a escena por el lado derecho había que salvar todo tipo de objetos que había entre bastidores (amontonados en un espacio ridículamente pequeño). Un día, David y Lara coincidieron en ese diminuto lugar y se quedaron encasquetados de manera que ninguno de los dos podía avanzar. Después de unos momentos de histeria y una serie de contorsionismos varios, ambos pudieron seguir sus caminos.

- Para variar, uno de nuestros cañones de luz explotó en plena función, pero gracias a nuestros eficientes técnicos de luces, todo quedó solucionado en cuestión de minutos.
- En una representación en la que Dunia hacía de hombre, le regaló en escena a Cristina Crespillo (rubia simplona) una flor de plástico que se había encontrado en el foso. En la siguiente representación, fue Cristina quien regaló la flor a Dunia, y así crearon una bonita historia de amistad entre dos personajes secundarios de la obra.
- Como ocurriera en “Cats”, este año también se llevó a cabo una campaña publicitaria importante, pues hubo dos salidas con diferentes personajes disfrazados (Bella, la Bestia, Lumiere, la Sra. Potts, el Armario, el Plumero, etc.) por las calles de Madrid, que fue testigo una vez más de nuestra profesionalidad y nuestro buen humor. Sin duda, los que quedaron más encantados con la experiencia fueron los turistas. Ni que decir tiene que volvimos a la puerta de atrás de “Hoy No Me Puedo Levantar” a ver al bailarín y actor Edu Morlans para que se hiciera una foto con nosotros.
- En todas las representaciones, el foso se convertía en una improvisada cafetería para los actores más cafeteros (que hasta contaban con termo y pastas).
- En la escena de “Si no puedo amarla” se utilizaba un andamio cubierto por telas negras, en cuyo interior se escondía cuatro forzudos chicos que se encargaban de moverlo con la Bestia encima. Como las tablas de nuestro escenario tienen ligeros desperfectos, en varias representaciones el andamio se enganchó al arrastrarlo, y la Bestia apareció dando tumbos a 2 metros y medio del suelo mientras intentaba seguir cantando como si nada. Más que actuar, parecía que estaba surfeando.
- En casi todas las representaciones nos faltó alguien (actores, técnicos, tramoyistas, etc.) y su hueco tuvo que ser cubierto por otros actores y miembros del grupo que tuvieron que aprenderse el papel de los ausentes para no dejar cabos sueltos.
- En la escena en que Bella se marcha del castillo muy enfadada con la Bestia, Laura salió corriendo por un pasillo que hay fuera del teatro, pero que es adyacente al patio de butacas y que se comunica con éste mediante una puerta. Dindón (Lara) y Lumiere (Alberto) esperaban a Bella para entrar juntos por esa puerta y desarrollar la escena siguiente en el recinto teatral. Como la luz del pasillo estaba apagada, Laura no podía ver la puerta ni a sus compañeros, y estuvo unos segundos que se hicieron eternos tanteando la pared y gritando “¿Dónde está? ¿Dónde está?” mientras Lara y Alberto no podían contener las carcajadas.
- En la canción de “Bella”, tirábamos un pollo de goma desde lo alto del escenario para que diera la impresión de que Gastón lo había cazado mientras volaba. El problema es que en nuestra grabación se oía un golpe (momento en el que el pollo tenía que tocar el suelo), pero el pollo nunca apareció en el momento adecuado.

- La caracterización física de la Bestia fue diseñada por David, y consistía en una peluca de tirabuzones de dama del siglo XVIII (por lo menos), una diadema con cuernos (que eran de verdad), un jersey y unos calentadores de pelo, y kilos y kilos de látex (además del maquillaje que llevaba encima). Debido a la complicación del proceso de maquillaje, en cada función fue desapareciendo una prótesis de la cara de la Bestia.
- El látex del maquillaje de la Bestia había que adherirlo a la cara con un pegamento especial, lo que hacía muy difícil retirarlo después. A Javi Misto se le irritó un día la nariz de tanto restregarse, y no se le ocurrió otra cosa que intentar bajar la rojez con un poco de alcohol. Ya pueden imaginarse que el resultado fue Don Pimpón.
- Para la coreografía de “Qué festín” se necesitaban seis chicas vestidas de cucharillas. Cada una de ellas tenía una cuchara hecha de cartón y pintada con spray plateado. No sabemos por qué, antes de una de las representaciones desapareció una cuchara, así que, absolutamente desesperadas, las seis chicas implicadas se pusieron manos a la obra y fabricaron una cucharilla en 15 minutos mientras el público bajaba al teatro y se iba colocando en sus butacas.
- El espejo mágico que la Bestia le regala a Bella se fabricó con dos siluetas de cartón pegadas, un espejo sin mango, cola blanca, agua, papel de periódico, papel higiénico, una linterna, spray plateado y kilos de purpurina. El resultado de muchos años viendo capítulos de Art Attack, sin duda.
- Al final, cuando la Bestia y Bella se besaban, la rosa del ala oeste (que estaba enganchada a un hilo transparente con una argollita que hacía las veces de arnés), tenía que deslizarse por el hilo hasta quedar colgada en el centro del escenario por encima de la pareja. Sin embargo, más de un día se quedó atascada a medio camino y se resistió a bajar hasta donde estaba previsto.
- Cómo no, el Amor volvió a surgir en TEATROSA

ALGUNA OPINIONES DE NUESTRO PÚBLICO:
"Mucha suerte a todos, y que sigáis haciendo los montajes así de bien"
"Cada año me gusta más. No cambiéis nunca"
"Muchas gracias por estar tan llenos de vida, de ilusión y de arte"
"Somos de EEUU. ¡Nos ha encantado!"
"Puedo decir que, en algunas escenas, nos habéis puesto los pelos de punta"
"Espectacular"
"Me ha encantado el montaje y toda la realización"
"Gracias por hacerme llorar"
"¡¡Muy bien chicos!!! Seguid así y luchad porque esto continue siempre"
"Esta vez la belleza no solo está en el interior"
"Siempre el buen trabajo es recompensado y, además, ¡tenéis mucho talento!"
"Esta obra ha sido la bestia más bella que nunca existió"
"Me ha gustado mucho soñar con vosotros"
"Seguid así siempre, ¡ha sido bestial!"
"¡Enhorabuena! ¡Sois los mejores! ¡Cada año mejor!"
"Todo mi apoyo para el esfuerzo de unos grandes artistas"
"Con esfuerzo todo se consigue"
"Gracias por elevarme al mundo de la fantasía, desde mi residencia en Basida"
"Ha estado genial. Nunca dejéis de hacer magia"
"Gente como vosotros tenía que haber mucha más"
"Tenéis que seguir así siempre. ¡Habéis estado geniales!"
"¡Viva la juventud!"
"La mejor versión de La bella y la bestia"
"Llevaré en el corazón los buenos momentos. Mil gracias por llenarlo un poco más con éste"
"Cada año os superáis."
"Hacía mucho tiempo que no me lo pasaba tan bien y conseguía disfrutar así con un show"
"Para que la magia que habéis transmitido durante estas dos horas no se vaya nunca de vuestras vidas... Gracias por este magnífico espectáculo, y por hacernos recordar que para vivir, lo primero es soñar; y que todo se puede conseguir con un poco de ilusión y de esfuerzo. ¡Gracias porque vuestros esfuerzos han sido nuestras sonrisas!"
"Tal vez lo mejor de todo sea ver cómo haciendo algo con lo que disfruta la gente, disfrutáis también vosotros. ¡Felicidades!"
"Desde luego quedan ganas de repetir. ¡Enhorabuena!"
"Sinceramente, espectacular, no hay palabras para describirlo, es como el renacer del teatro; seguid así y llegaréis muy lejos"
"Un placer disfrutar del espectáculo y, sobretodo, de la ilusión que transmitís"
"De aquí al estrellato"
"Parece que fue ayer cuando estrenabais la iluminación en las obras..."
"La magia se nota, está en todo el teatro. ¡Geniales!"
"Realmente puro espectáculo"
"Seguid con la magia toda la vida; el teatro es eso: pura magia"
"Continuad disfrutando del ensueño y el misterio del teatro"
"¡Qué fuerte! ¡Me parece genial! Todos excelentes"
"Una sonrisa vale más que mil palabras. Seguid así, sois geniales"
"¡Impresionante! Os quiere: ¡Carabanchel!"
"Tomatelón os desea lo mejor y muchos y muchos éxitos!"
"¿Qué vais a hacer el próximo año? ¡Me apunto!"
"Un derroche de imaginación y buen hacer; cada año os superáis. ¡Enhorabuena!"
"Para el mejor grupo de teatro que he conocido: un besazo"
"Este año ha sido maravilloso. ¡Bravo para todo el equipo!"
"¡Muchas felicidades! Se nota cada año, los "pasitos" que vais dando... ¡y eso nos alegra! ¡Tenéis que seguir así!"
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