MAYO 2011
"A la asociación
de antiguos alumnos de salesianos Atocha:
Hablo en nombre de
todos los miembros que han sido, son y serán miembros del grupo de teatro
amateur: Teatrosa, antiguamente conocidos como Escuela de Teatro Salesianos
Atocha, hasta que se nos prohibió utilizar el nombre del centro en el que
crecimos, nos educamos, y con el que quisimos seguir madurando a través de su
asociación de antiguos alumnos.
A lo largo de los doce
años que llevamos haciendo teatro, hemos cometido muchos errores, pero también
hemos tenido muchos aciertos. Nunca, jamás, en este centro salesiano, se nos
han alabado esos aciertos, esas horas de ocio ocupadas en abrir un espacio
cultural y educativo, de convivencia y generosidad para los alumnos del centro,
antiguos alumnos y familiares y amigos de los mismos. Nunca, jamás, en este
centro salesiano, se han leído nuestros objetivos, propuestas, proyectos,
memorias de cursos escolares, del mismo modo que nunca, jamás, en este centro
salesiano, ningún director titular tuvo a bien el acompañarnos en alguna de
nuestras representaciones. Y siempre se nos ha prohibido, cohartado, criticado,
limitado e, incluso, presionado para acabar con una actividad cuyo único delito
fue crecer, sanamente, a la sombra peligrosa y alargada del antiguo grupo de
teatro, que tanto nombre dio al centro como quebraderos de cabeza.
Crecimos, aprendimos,
seguimos equivocándonos, pero siempre con la buena intención de hacer teatro,
únicamente, para expresarnos libremente, siempre dentro de la corriente educativa
salesiana, incluso adscritos a las líneas de acción y objetivos del centro,
respetuosos con horarios, normas, material... y aún más: con el ideario tan
particular que, en su día, nos maravilló, pues era un ideario vivo, proactivo,
real... Un ideario que respiraba el aire del patio y del centro como casa y
escuela, como centro de estudios y centro de ocio... Lamentablemente, nuestro
presente difiere mucho de nuestros recuerdos.
Se nos prohibió
utilizar el teatro del colegio por razones aún no aclaradas. Algunos comentaron
que no cumplíamos con la normativa, pero... ¿qué normativa? ¿La de tener que
echar a 400 personas deprisa y corriendo, después de nuestras representaciones,
de malas formas, porque la portería no podía aguantar quince minutos más, en
cuatro ocasiones al año (las veces que había función)?, ¿o la normativa de no
poder hacer mención, bajo ninguna circunstancia, al colegio al que
pertenecíamos, algunos en calidad de antiguos alumnos, otros como alumnos
activos? Como desarrapados, miserables y apestados, lejos de la ley y del
aparente decoro que pretende mantener un escenario cerrado y un teatro lleno de
polvo en un recinto salesiano, a arriesgarse a crear música, luz, alegría,
juventud, aun a riesgo de perder... ¿y qué se podía perder? ¿Qué podía perder
el colegio fomentando esta actividad que salvaba a muchos del botellón, que
atraía a otros tantos al centro juvenil, que promovía la participación en la
asociación de antiguos alumnos, que se autogestionaba, que limpiaba, reformaba,
cuidaba cada local, escalera, pared o pasillo, que se ponía al servicio de
fiestas colegiales, y bajo las órdenes de coordinadores de extraescolares,
primero, y de presidentes y consiliarios, después...? ¿Cuál era el riesgo real?
Fuímos tan obedientes
que, incluso, cuando se nos negó el acceso al teatro continuamos adelante,
llevando el nombre de Don bosco muy alto, acudiendo a ONGs, asociaciones de
enfermos y necesitados, pintando sonrisas con nuestro teatro, con nuestro
talento, con nuestra ilusión, con toda la magia que aprendimos a transformar en
vida, amistad y arte. ¿Cómo? ¿Ni siquiera para la fiesta de la unión se nos
permitió utilizar el teatro, sin escenario, sin grandes montajes, en una sola
ocasión para conmemorar ese día tan especial? ¿Ni siquiera, en otra ocasión,
ante nuestra propuesta de recaudar fondos para Haití, pudimos hacer uso del
salón de actos? ¿Es que, acaso, aquellas prohibiciones no eran sino la muestra
evidente del dedo acusador que nos hacía cada vez más pequeños?
Algunos nos dijeron que
no cumplíamos con las medidas de seguridad. Puede ser, pero es difícil entender
que nuestra "cabeza loca" se atreviera a jugar con la vida de
alguien, y menos las personas que se encargaban de las labores técnicas... Lo
cierto es que el montaje no era "bonito", demasiado cable y
esparadrapo... Seguro, pero no bonito. Y, ¿cómo lo iba a ser si nadie bajaba a
apoyar la actividad, a darnos embellecedores o, simplemente, a explicarnos una
manera mejor de hacer un empalme? Otros, en cambio (esto suena a chiste), nos
dijeron que, tras la reforma del teatro, el teatro ya no era un sitio para
representar, sino un salón de actos, sin permiso para realizar representaciones
y, ¡claro!, no podíamos actúar allí (y de paso, ya que estábamos, cambiar todos
nuestros carteles para retirar la marca "Salesianos Atocha" de todos
ellos...) ¡Qué triste que el colegio se convierta en una marca! ¡Qué ineptitud
la de los responsables de estos cambios! ¡Y qué bochorno para la asociación de
antiguos alumnos! Más bochornoso fue, para nosotros, el ver cómo, una vez más,
la asociación no hizo nada de nada al respecto (tal vez porque no podía), y se
limitó a bajar la cabeza ante semejantes argumentos...
El sábado día 4 de
junio se estrena... ¡caramba!, un musical... ¡con voces en directo!, realizado
por gente del centro juvenil (¡muy bien por ellos!). La incongruencia viene por
parte de la dirección del centro (¿no se había convertido el teatro en un salón
de actos sin permisos para funciones?), de la institución (¿no eran peligrosos
los empalmes y demás montajes técnicos que nosotros realizábamos?, ¿cómo es
posible, entonces, que el encargado técnico de este montaje que se estrena en
breve, sea el mismo que nosotros teníamos?), y aún peor: de la asociación de
antiguos alumnos de salesianos atocha que, de nuevo, permanece impasible,
habiendo sido ninguneada, burlada y olvidada por el centro.
Lamentamos decir esto,
porque hemos aguantado mucho, porque siempre hemos intentado comprender las
razones y no preguntarnos tanto por los motivos, porque no ha existido mes, en
toda nuestra existencia, en el que no hayamos encontrado una pega o problema
por parte de los salesianos de Atocha. Lamentamos decir esto, decíamos, pero
hoy es el día en el que nos plantamos. Hoy decimos: "hasta aquí llegamos
(con vosotros, claro)". Hoy nos sentamos para deciros que abandonamos la
asociación de antiguos alumnos por no sentirnos apoyados, cuidados ni
respetados. Hoy nos despedimos del colegio Salesianos Atocha, con el que no
queremos volver a tener nada que ver, por su trato despectivo, chavacano,
irrespetuoso y totalmente impropio para con el ideario del que antes
hablábamos. Salesianos no, gracias.
Queremos dejar
constancia de nuestro esfuerzo y orgullo al sentirnos arropados por Don Bosco
(y somos varios los que sabemos de lo que hablamos y hemos leído alguna de sus
biografías (y no solo la de Teresio Bosco, por cierto), orgullosos de haber
hecho pervivir el ideario festivo y educativo de los centros salesianos, con la
cabeza bien alta al comprobar que dejamos una historia de doce años repletos de
magia, música, arte, sonrisas y teatro. Ahí quedan nuestros montajes, que nadie
podrá borrar, montajes que realizó LA ESCUELA DE TEATRO SALESIANOS ATOCHA, que
existió, y a la que nadie va a cambiar su nombre, y montajes que realizó LA
ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS, cuando los tiempos eran otros y, pese a las
trabas, impedimentos, y las normas demenciales que, como ya hemos dicho,
incluso afectaban a nuestro público, se nos permitía hacer teatro. Atrás quedan
más de quinientas personas que, a lo largo de la historia, han ido forjando la
historia de este grupo, y han sabido ver nuestras bondades, para compartirlas,
y nuestras faltas, para criticarlas. Pero siempre construyendo.
Hoy construímos
nuestro futuro lejos de vuestra asociación, que ya no es la nuestra, porque
nunca nos ha representado. Y construímos sobre firme porque, gracias a Dios,
continuaremos adelante. No nos hacen falta escaleras de mármol ni escenario de
quince metros de proscenio. Nos basta con ver sonreír a un niño enfermo, o con
la amabilidad con la que nos tratan en otros centros que nada tienen que ver
con salesianos; da gusto ver cómo abren la puerta a nuestras propuestas, y las
valoran en su justa medida, arrebatándole, sin saberlo, ese carácter de casa
abierta, a este centro salesiano que, cada día, tiene más y más rejas.
Nos marchamos
apesadumbrados, al pensar en lo que pudo ser y nunca fue. Pero no nos marchamos
tristes, porque hemos descubierto nuevos caminos y proyectos dignos de
emprender. No necesitamos potenciar esta asociación, porque esta asociación no
se potencia a sí misma. No se hace valer, no representa, y si, en algún
momento, algunos miembros nos han dejado, ha sido, precisamente, no por no
querer actuar en una sala pequeña mientras un salón de actos (¿hemos dicho
uno?, el centro dispone de dos...)) permanece cerrado y cogiendo polvo, no...
no ha sido por eso. Ha sido, única y llanamente, por no querer seguir navegando
a la deriva, sin un mástil al que agarrarse en caso de tormenta, porque la
asociación es un palo seco que no quiere romperse y huye de las nubes negras,
buscando siempre aguas tranquilas.
Lo sentimos, pero ya
no navegamos en una balsa. Viajamos a bordo de un crucero maravilloso rumbo al
futuro. Un futuro en el que las incongruencias de la dirección, no serán más
que una simple marea que ya no nos marée. ¿Y el teatro (perdón, salón de actos)
del colegio? ¡Para quien lo quiera!, ¡que lo disfruten! Esperamos que la
reforma de hace unos años haya valido la pena, nosotros creemos que transformar
un teatro en un salón de actos sin posibilidad de representación, en un centro
salesiano, es digno de reforma... ¡De reforma de la institución! Aparte dejamos
el hecho de que sea una mera excusa para echar a alumnos y antiguos alumnos de
un lugar que, en definitiva, les pertenece... Y no, no hablamos del teatro, ni
de SU COLEGIO... Sino de SUS DERECHOS como Antiguos alumnos. Derechos que,
conviene, repase la asociación, porque no se han respetado.
En absoluto.
Agradecemos, no obstante,
la buena intención que ha habido siempre por parte del consiliario y de los
miembros de la junta. Pero las buenas intenciones no alimentan el espíritu,
sino que lo engañan con suaves caricias. Gracias por vuestras caricias, pero
tenemos hambre, hambre de conquistar nuevos escenarios en los que, como mínimo,
se nos respete y no se nos ningunée. No tenemos más que decir, salvo que
queremos seguir creciendo en salesiano, pero fuera de esta institución que,
hasta hace poco, fue la nuestra, pese a no obtener de la misma nada más que
reproches.
El futuro nos espera.
Si hemos llegado tan lejos con tantas limitaciones, ¿de qué seremos capaces
ahora que soltamos lastre y rompemos cadenas?
Ahí queda nuestra web,
nuestra historia.
Cada una de las
sonrisas de esos niños de las fotografías, cada uno de los aplausos y palabras
de cariño de ese público, deberían, al menos, remover ciertas conciencias.
Para nosotros esas
sonrisas y esos aplausos serán el motor que harán que, cada día, vuelva a salir
el sol.
Un saludo."


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