viernes, 16 de octubre de 2009

CHICAGO (2003-2004)




Chicago es un montaje bastante peculiar. Lejos de la impresionante parafernalia de otros espectáculos musicales, como El fantasma de la ópera, o La Bella y la Bestia, Chicago aposta por el espacio vacío y el color negro. Unas cuantas sillas y algún objeto, son los únicos componentes de esta escenografía minimalista.
Aún así, Chicago resulta tan impresionante, en la práctica, como cualquiera de las obras antes mencionadas. ¿A qué es debido? ¿Qué es lo que hace que el público quede fascinado ante un escenario vacío? ¿Qué secreto se oculta en el libreto para que haya sido llevado a la gran pantalla? Básicamente, su historia.
Y es que Chicago presenta una historia simple, en su desarrollo, pero muy compleja, a la vez, si nos paramos a reflexionar sobre su contenido. Y todo ello aderezado con una fina ironía, capaz de traspasar la barrera de la cuarta pared, la que divide a público y actores.



Los contenidos de esta historia, que ha cautivado a millones de personas, tocan temas tan actuales como la crítica a los medios de comunicación, ávidos de noticias sensacionalistas, o las ansias de fama de cualquier mortal -los célebres 15 minutos de fama de los que hablaba Andy Warhol, a lo efímero de ciertos logros y objetivos egoístas, haciendo hincapié en la posibilidad, siempre existente, de seguir adelante en las dificultades, de abrir nuevas puertas para continuar nuestro camino...
Chicago, además, cuenta con un estilo propio en sus coreografías. Los números de baile funcionan como comentarios de la acción, en modos que eluden las convenciones habitualmente atribuidas al género.


No es de extrañar, pues, que Chicago, el musical, sea considerada una joya dentro de su género. A día de hoy, este montaje teatral sigue cosechando premios en todos los países donde se ha representado. Quizá los más importantes sean los 6 premios Tony (los premios más prestigiosos del mundo teatral), incluyendo mejor musical, que el montaje consiguió en el año 1997, o el premio Grammy al mejor álbum de musical, en el año 1996. Aquí en España, también cosechó muchos triunfos; tal vez el más importante sea el de mejor obra musical, en la temporada 1999-2000, por delante de musicales mucho más ambiciosos, como Grease o La Bella y la Bestia. Mención aparte merecen los 6 oscars que consiguió su versión cinematográfica, incluyendo el de mejor película, en la gala del año 2002.

HISTORIA
CHICAGO cuenta la historia de dos asesinas, la infeliz pero ambiciosa Roxie Hart (quien asesina a su amante) y la exitosa artista cantante de jazz Velma Kelly (que mata a sangre fría a su marido y su hermana durante una gira musical), que se encuentran tras sus delitos en el Penal para mujeres de Cook, regentado por la nada convencional Mamma Morton. Sus artimañas para salir de prisión se convertirán en una carrera de popularidad reflejada por los medios de comunicación, a la cabeza de los cuales se encuentra la periodista Mary Sunshine. Las dos asesinas se pelearán también por los favores del desalmado y avaricioso abogado criminalista Billy Flynn, que se encargará de sacarles el máximo dinero posible a Velma, a Roxie y al desgraciado marido de ésta última, el invisible Amos.



CURIOSIDADES DEL MONTAJE DE CHICAGO
Hasta bien entrado el mes de Febrero, la compañía no tenía a ningún actor que encarnara el papel de AMOS HART. Jorge fue el que nos salvó del apuro a todos.
Este curso fue el que mayor número de bajas causó durante el montaje. Más de cinco personas nos dejaron a medio camino.
Por primera vez, en la historia de TEATROSA, pudimos representar en el salón de Actos grande del colegio, y lo que parecía un enorme patio de butacas, imposible de llenar, se nos quedó pequeño ante la avalancha de gente que vino a vernos durante nuestras cuatro representaciones.



Por simple que pareciera el escenario, nos llevó más de un quebradero de cabeza el pensar cómo realizar la carcel de las horribles asesinas del penal de Cook. Una vez más, Jorge nos salvó del apuro a todos.
Nuestras telas y utensilios fueron descolgados de su sitio en dos ocasiones por otros profesores del centro, teniendo que volver a colocarlas, en el mínimo de tiempo, ante la inminente llegada de público.
Nos llevaba más de dos horas colocar todas las telas, fluorescentes y demás utensilios para lograr un ambiente inicial de Cabaret.



En nuestra tercera representación, uno de nuestros cañones de luz estalló, justo al comenzar el segundo acto, realizando el montaje, hasta el final, sin él, improvisando el resto de luces.
No sabemos quién, ni cómo, ni por qué, pero los micrófonos de la taquilla de sonido, siempre aparecían hechos TRIZAS. (Nombre que ha propiciado, por otro lado, la creación de una compañía de teatro, independiente de TEATROSA, llamada de este modo: TRIZAS)
En un ensayo de la canción "Que suba a declarar", cuando las que bailaban (Bea, Esme, Marta Alcázar, María Albendea y Miryam) estaban todas en fila y agarradas por el hombro andando marcha atrás, la que se había colocado la última tropezó y se cayeron como si fueran un dominó. Fue muy gracioso.



El día que parte del reparto nos fuimos a comprar el vestuario, nos venía persiguiendo un hombre de seguridad sospechosamente, pues nos dio por, muy teatralmente, fotografiarnos con los maniquís de un centro comercial. ¡y los dependientes sin quitarnos el ojo de encima!
Para el casting, los nervios entre las chicas eran tremendos, y curiosamente, ¡todas se presentaban para el papel de Velma Kelly!
En los ensayos se estableció una especie de combate de calcetines, pues era el boom de los calcetines de rayas, colores, etc y algunas , de quien no desvelaremos la identidad, traía calcetines de abuela, incluso con agujeros; hubo quien se apiadó y pocos meses después regaló calcetines...
Para la escena de los amantes, Roxy y Fred Castley, utilizaron como edredón una cortina sin lavado alguno y sin datar, lo cual era un verdadero reto para no asfixiarse...
Esmeralda, nuestra querida regidora, fue este año la pupas, cada día tenía un percance, que podía ser tanto una torcedura, como clavarse astillas...
En una de nuestras salidas teatrales por navidad, para ver El fantasma de la ópera, nuestro querido director y Javi, nos gastaron la broma de desaparecer sin previo aviso, y reaparecieron, al cabo del tiempo, simulando un enfado. Nunca supimos donde y porque desaparecieron.

El teatro para las funciones tenía que tener fondo negro por exigencias del guión, y sin ningún medio tuvimos que apañárnoslas para colgar unas telas que se unían ¡nada más ni nada menos que por pinzas de tender la ropa! Nos pasábamos media función reponiéndolas.
En la clausura, para la escena de “mi dulce amor” que Roxy canta a Amos encima de una mesa que hace las veces de piano, está se rompió durante la misma escena. Delante de todo el público Roxy iba notando como la mesa caía cada vez más, su expresión disimulaba los sudores, pero la escena, en la que acababa con ella de pie encima de la mesa, tuvo que acabar de cuclillas.
Las improvisaciones estaban a la orden del día: Jorge en la clausura, que no paraba de tocar su saxo y no había quién le sacase de escena, un Billy Flyn que nunca se acabó de aprender del todo bien el guión, apariciones extrañas del director y sus súbditos, bailes repentinos detrás de los protagonistas, juicios que nunca salían bien, ...en fin, ¡diversión y demostración de arte instantáneo no faltaba!
Jorge, en mitad del juicio, en la clausura, se volvió loco, con la locura de los genios, e hizo una insistente improvisación musical, negándose a dejar que se continuara el guión; sólo quedó improvisar y desenchufarle el teclado como última vía de escape.

La peluca de Roxy la peinó un profesional para las fotos de los carteles...posteriormente fue degenerando hasta ser, por mucho que se intentará peinar, una masa informe y fosca rubia que había perdido el 80% de su volumen inicial.
Casi siempre hubo resbalones en los bailes....pero se intentaron disimular.
Nuestros ensayos eran en el mismo local en el que daban clase los de JUDO, y los fines de semana hacían actividades los del ORATORIO.
El día de la clausura, en la canción de "Hechízalos" cuando las chicas tenían que abrirse de piernas, más o menos al principio de la canción, a Rocío se le hizo un agujero en el pantalón y tuvo que estar aguantando toda la canción con el agujero y también todo lo que quedaba de la obra. Pero se puso la transparencia que llevaba arriba atada a la cintura. Lo que sí le pasó fue que, después, en el foso le entró un ataque de risa.

En varias de las representaciones, se desarmó y desplomó la mesa sobre la que teníamos colocado casi todo el material de la obra. Realmente, lo pasamos mal en aquel momento (sobre todo, los actores a quienes les cayó el tablero en los pies…) porque empezaron a rodar bolígrafos, vasos, guantes, libretas… Nadie sabía dónde estaba nada. Fue un caos, hasta que, al final, entre todos conseguimos enderezar y asegurar las patas y colocar todo encima de nuevo. Fue un milagro que después sacáramos los objetos adecuados a cada escena y no, por ejemplo, las agujas de punto de Roxie Hart en vez del micrófono de Mary Sunshine… ¡¡Y ES QUE LO ARREGLAMOS TODO A OSCURAS!!
Uno de los días que la mesa cayó entre bastidores, Jorge, que estaba en el otro hombro del escenario, atravesó la escena corriendo para ayudar a levantar la mesa y salió del paso gritando “¡¡Yo soy el padre, yo soy el padre!!”. Bajar por el foso le hubiera llevado demasiado tiempo.
El diseño de los abanicos de la escena de “Quiero Amor y Nada Más” fue idea de nuestra productora Marta. Consistían en dos trozos de cartulina con forma de abanico grapados sobre una percha y con tiras de papel pinocho pegadas en las cartulinas. Al final, el teatro entero acabó lleno de papelitos rojos que se habían ido desprendiendo de los abanicos.

El 2º ó 3º día de representación, se fundió una de las dos bombillas del foso, dejándonos medio a oscuras. Desde entonces, el foso dejó de ser un agradable lugar de paso de un lado a otro del escenario para convertirse en un misterioso y tétrico subterráneo.
Después de cada representación, el teatro debía ser limpiado de manera que quedase como si nadie hubiera estado allí. Las labores de limpieza y recogida eran realizadas por los propios actores, por el director y sus colaboradores (después de 2 horas de ambientación y colocación del teatro, previas a la representación; 1 hora de maquillaje y vestuario y otras 2 horas de duro trabajo interpretativo) y por algunos espectadores que muy amablemente se ofrecían voluntarios para ayudar. La limpieza del teatro duraba entre 45 minutos y 1 hora, así que, la mayoría de las veces, pasábamos 6 horas o más allí dentro.
En enero y mayo (respectivamente) contamos con la presencia especial de dos profesionales del Arte Dramático: Pepi y Javi. Gracias a Pepi, Hunyak y todas las demás presas se concienciaron de la esencia de sus papeles, y Javi diseñó el maquillaje de cada uno de los personajes del musical y nos dio una clase de maquillaje una lluviosa tarde de mayo. ¡¡Qué paciencia tuvo para pintar a todas!!

CHICAGO fue el primer musical de TEATROSA en el que se imprimieron dos pósteres personalizados, es decir, con las caras de los propios actores de TEATROSA en cada uno de sus papeles.
También fue el primer proyecto en el que se llevó a cabo una labor publicitaria de cierta consideración, con el reparto de carteles por diversos colegios y otros locales públicos (como bares, papelerías…). Tuvimos que soportar más de una bromita de la gente…
En una de las escenas de Billy Flynn, una de las chicas que le ayudaba a vestirse (Ana) se le quedaba enganchada a la pierna y, cuando Aparicio le daba un caramelo, ella salía de escena gritando como si acabara de ver a su cantante preferido. En una de las representaciones, nos quedamos sin caramelos (o es que a Jesús se le olvidó meterse uno en el bolsillo...). El caso es que Aparicio le dijo a Ana: "Lo siento, guapa, pero hoy no tengo caramelos." ¡¡¡Y Ana se lió a golpes con él!!! Fue graciosísimo. Una magistral improvisación en toda regla.
Al final, las sillas que se usaron en toda la obra, en especial en “El Tango de la Prisión”, fueron plegables (cedidas por María Albendea), pero antes de decidirnos por ellas, llegamos a acercarnos a un McDonald’s para pedir prestadas unas cuantas para los días de las representaciones, porque se ajustaban perfectamente a lo que andábamos buscando. ¡¡Incluso nos pidieron un nº de teléfono donde poder localizarnos!! Pero, como suele pasar en estos casos, NUNCA llamaron…
Algo que se nos ha quedado grabado es la frase que Ana utilizó cierto día cuando salía de inspector Fogarty y mandaba a sus policías llevarse a Roxie. La frase original era, o bien “Vamos, chicos”, o bien, “Vamos, muchachos”. Ana, las mezcló sin querer y soltó un “Vamos, chichos” la mar de gracioso.
Y de nuevo Ana, cuando en una de las representaciones tenía que salir corriendo con un periódico para leer uno de sus titulares pisó la tela negra de uno de los lados del escenario y no se cayó de milagro, pero fue trastabillando casi hasta el proscenio. Todo el mundo, incluso ella, se partía de risa.
Otra cosa es que, en uno de los ensayos del juicio (que no llegó a salir completamente bien ningún día) a Esmeralda se le cayó el cargador de la pistola de Roxie en la cabeza. Estuvo a punto de marearse y todo (suena un poco exagerado, pero es verdad)

Aparicio tenía una frase que, en los ensayos, normalmente, decía mal. La correcta era: "Señorita Sunshine, ¿puedo llamarla Mary?". Bueno, pues él la decía al revés: "Señorita Mary, ¿puedo llamarla Sunshine?". En alguna de las representaciones, también la dijo al contrario (entre bastidores se vivía verdadera tensión cuando se acercaba esta frase de Jesús). Pero, al fin, un día la dijo BIEN. Y cuando salió de escena, con una sonrisa que quería decir: "Aleluya", se encontró con la mano de Rocío G. (Mary Sunshine) dándole la colleja de costumbre. "Lo has vuelto a decir mal", le soltó ella muy borde. Claro, Aparicio se quedó alucinado y le gritó: "¿¿Pero qué dices??" y todos nos echamos a reír diciéndole a Rocío que lo había dicho bien. ¡Qué roja se puso, la pobre!
En la canción de Velma “Que suba a declarar”, Esteban, Aparicio, Javi y Álex se colocaban donde el cañón para hacer los bailes a la vez que ella. Si alguien hubiese mirado hacia arriba se hubiera encontrado con un espectáculo alternativo…
En todas las representaciones, Javi y Esteban salían a escena para darles sorpresas a las protagonistas, Bea y María Cantero (respectivamente). Javi apareció un día con un vestido de mujer rosa oscuro con flores y desde entonces se convirtió en su vestuario oficial de CHICAGO.
Para la canción de “Hechízalos” se compraron inicialmente 11 pares de guantes blancos de algodón. Cada uno puso su nombre por dentro de manera que fuera más fácil identificarlos una vez puestos en la mesa que se nos caía. Los guantes se remendaban de manera que quedase el nombre para afuera y así parecían calcetines. Poco a poco los guantes fueron perdiéndose por el teatro y hubo que comprar más.

Dicen que siempre surge el AMOR entre los miembros de TEATROSA pero, en este curso, el AMOR surgió en dos ocasiones, una casi, casi, desde el inicio, aunque no se fraguó hasta el mismo día 1 de Febrero, y la otra, el último día de representación, en el descanso de la obra.


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